LA PANDEMIA DEL SARS-COv-2 HA DURADO TRES AÑOS Y 95 DIAS.
El Estado Profundo que decide el destino de todos los seres del planeta, decidió hace más de tres años, convertirnos en hormigas y pisarnos sin misericordia.
Como en toda guerra, y la pandemia lo ha sido, utilizaron la Fuerza Armada y pusieron a miles de policías en todas las ciudades para intimidar, acosar y sancionar a todo el que incumpliera sus órdenes.
Su comportamiento intimidatorio fue igual al de la mafia cuando mata, ataca o roba pero ellos consiguieron robarnos mucho más. Nos robaron literalmente la vida y la de nuestros padres y familiares. Nos robaron también nuestra salud, nuestro trabajo, nuestra estabilidad económica, nuestra interacción social, nuestro equilibrio emocional, y también nuestra valentía.
Tres años después somos más pobres, más temerosos, más vulnerables, y seguimos sin encontrar salida a todo esto
Si han conseguido debilitarnos física y emocionalmente, ha sido porque carecen de cualquier principio ético.
Ellos sabían que lo que estaban haciendo era ilegal, pero nos aseguraban que todas las medidas que tomaban CONTRA NOSOTROS, era por nuestro bien.
No dudaron en fabricar documentos falsos, redactar contratos opacos, ocultar acuerdos con las Farmaceuticas a puerta cerrada, dictar leyes inconstitucionales, discriminar a los no vacunados, traficar con productos sanitarios que supuestamente necesitábamos para protegernos, mascarillas, vacunas, gel de manos, batas para los sanitarios y un largo etcétera.
Todos los políticos que cobraron comisiones ilegales por traficar con estos artículos que según ellos, eran de primera necesidad, nos da una idea de la calaña que nos dirige.
Que nadie olvide cómo la Presidenta Ayuso justificaba a su hermano al descubrirse que había inflado el precio de las mascarillas cobrando unas comisiones que le permitieron comprar coches de alta gama, pagar hoteles de lujo, comprar yates, chalets, inmuebles y todo tipo de caprichos.
Recordad que a la propia Ayuso y a los políticos, nada de esto les parecía ilegal, al contrario, decían que un comisionista tiene el derecho de cobrar comisiones y cobrar por su mediación comercial.
Esto nos demuestra que los políticos no gestionan honestamente nuestro país, ni se preocupan por el bienestar de la ciudadania. Son meros comerciantes, maestros del disfraz y del engaño.
Las restricciones que nos impusieron durante tres años de pandemia, sirvieron para que ganaran mucho dinero con nuestro sufrimiento y la muerte de nuestros seres queridos en el inframundo de los hospitales en la más absoluta soledad.
Les importan un carajo nosotros y nuestras opiniones, salvo en época de elecciones. Tres años inmersos en un thriller de horror que estamos pagando muy caro, y seguiremos pagando ante lo que están fraguando.
La pandemia les ha generado unas oportunidades de negocio con las materias primas, con la excusa de la guerra de Ucrania y "el cambio climático", así como con que los contratos a futuros, o productos derivados, que han aumentado exponencialmente. Este tipo de contratos les permite comprar y vender materias sin que se hayan producido aún, lo cual aumenta el dinero fiduciario y la burbuja de la deuda. Este sistema crea una economía que no es real, pues trafican con productos y materias primas que aún no se han fabricado, lo mismo que hacen con el dinero.
Recapacitad. Cada vez que veáis un político, preguntaros por qué llevan guardaespaldas y se protegen con escolta allá donde van. Las personas de bien que llevan una vida ordenada, no necesitan protegerse con matones. Vito Corleone no salía de casa sin su escolta y un equipo de guardaespaldas, esto nos da la respuesta de la villanía de la clase política que nos gobierna. Muy por el contrario la ciudadanía es perseguida y controlada como fugitivos peligrosos.
Somos muy rentables para ellos, figuramos en sus contratos. Nos han puesto precio. Somos mera mercancía en sus cuentas de resultados.
Almacenes Servicio Estación en Paseo de Gracia, Barcelona, durante la pandemia Covid - 19. Pasillos desiertos de clientes en todas sus plantas. La ciudad se percibía inquietante, a veces tenebrosa.
Foto realizada con mi cámara en pleno confinamiento. Recuerdo que salía cada día a fotografiar la ciudad desierta. Sabía que aquellas fotos serían épicas a la vuelta de un tiempo.
Ésta es una de las muchas que hice. Todas ellas son el testimonio de una situación que nadie imaginó podría vivir, y que nunca olvidaremos.
Luisa Vicente
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