No obstante, el uso de la bata blanca ha llegado a interferir la relación con los pacientes, de tal forma que se desaconseja en algunos casos. En las visitas a pediatras y psiquiatras, se ha comprobado que la bata blanca marca la autoridad, y tiene tendencia a abrumar a sus pacientes, por tanto suelen vestir ropas en color pastel, o ropa de calle en sus consultas privadas, una manera de evitar el efecto indeseable del distanciamiento.
Aunque la bata blanca refuerza la imagen del médico y confiere mayor rigor científico a sus prácticas sanitarias, parece que con ella puesta ya no hace falta demostrar la categoría del profesional.
Los pacientes tendríamos que aprender a valorar al médico, no por la bata blanca que viste, sino por la persona que hay debajo. Por parte de los médicos, si la llevan por ego, se convertirá en su cárcel permanente.
Un buen profesional ha de tener vocación de servir a los demás, que sus hechos sean profesionales, humanos y empáticos. Cuando no se es buen medico, nunca se identificará con lo que representa aunque vista una bata blanca.
Luisa Vicente
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