EL HORROR LO HEMOS CONVERTIDO EN COTIDIANIDAD
En el primer confinamiento el gobierno que nos desgobierna quiso "proteger a sus conciudadanos de todo sufrimiento" No vio otra manera de protegernos que ordenar a los medios que ocultaran las fotos del sufrimiento de miles de personas que perdieron a sus familiares, a los que prohibieron acompañarles en sus últimos momentos. Ni una sola foto del horror, ni una sola imagen del holocausto que acabó con la vida de la mejor generación del pasado siglo. Casi 20.000 ancianos fueron condenados a la pena de muerte. Ellos solos se tragaron el secreto de lo que realmente ocurrió en sus residencias, secreto que no pudieron compartir con nadie, ni siquiera con su familia más cercana, un secreto que les acompañó hasta su tumba.
Lo que ocurrió realmente en esas residencias y en sus habitaciones cerradas a cal y canto para impedirles por la fuerza que no salieran ni siquiera al pasillo o al comedor, será el secreto mejor guardado de un gobierno que nos quiere "proteger de todo sufrimiento"
Las imágenes de los ataúdes conteniendo sus cuerpos, que permanecieron días y semanas amontonados en la morgue improvisada del Palacio de hielo en Madrid, duraron en Google apenas 24 horas. Quise incorporarlas a un articulo que tenía a medio terminar y habían desaparecido. Por el contrario ningún canal de TV escatimó las imágenes de las fosas comunes que EEUU, Argentina y otros países cavaron para enterrar a sus muertos por Covid-19.
Fosa común en Argentina |
Lo curioso y grotesco fue que personas jóvenes y no tan jóvenes, pusieron el grito en las redes sociales cuando salió la foto de un ataúd a lo lejos que se escapó en un canal de TV. Estas personas tan puritanas y "sensibles" encontraban de mal gusto que la tele expusiera imágenes tan crudas y elocuentes de la tragedia del coronavirus. Veían demasiado injusto asumir un sufrimiento que no les correspondía.
Sucede que algunos padres también son reacios a que sus hijos vean imágenes tristes. "Los padres no soportan ver tristes a sus hijos porque les recuerda su propia infelicidad" Esta reflexión de la psicoterapeuta Philippa Perry, ha sorprendido a muchos padres super protectores que se empeñan en tener a sus hijos dentro de urna de cristal para que nada les afecte.
Esta lucha paranoide de algunos padres, donde no hay termino medio, sino una neurosis para que nada ni nadie ofenda o ataque la "sensibilidad" de sus hijos, es cada vez más frecuente. Se dan casos de padres que van al colegio de sus hijos a reprender al profesor por haberse atrevido a suspender a su hijo y darle un "disgusto" Creo que el compromiso de conocer la verdad, no tiene la obligación de ser una verdad emocionalmente agradable con ningún grupo o persona en particular y menos en una democracia donde se supone debería haber libertad de expresión. Adam Smith afirmó que "independientemente de lo egoísta que sea un ser humano , su naturaleza contiene principios que lo hacen preocuparse por la fortuna de otros", lo que significa que compadecerse de los demás no perjudica a ningún ser humano.
Al igual que el sistema inmunológico necesita ser expuesto a agentes patógenos para fortalecerse, nuestra psique necesita pasar por ciertos niveles de strés y malos momentos, es decir exponernos a ideas o verdades que nos afectan emocionalmente para evitar fragilizarnos psicologicamente, o incapacitarnos para enfrentar desafíos en la vida adulta.
Recapitulando; en el primer confinamiento vivimos una pandemia de horror, lágrimas y sufrimiento disfrazada por la tele de feria en balcones, aplausos, canciones, jolgorio y bailes del personal sanitario en los hospitales, no se alejaba mucho de parecerse a la verbena de San Juan en Barcelona.
Si los avestruces de este país quieren ver una parodia del dolor ajeno, una obra cómica sacada de un drama real, entonces sigamos con el engaño. Sigamos permitiendo a la prensa y a la TV que nos distraigan con canciones y panderetas en esta segunda ola también. Pero si es a ti al que encierran en una habitación hasta que mueras, si eres tu al que prohíben ser trasladado a un hospital, si te dejan morir en soledad, o ponen tu ataúd en un almacén, o en un campo de futbol, perdona que te lo diga clarito, te lo mereces.
La policía llama la atención a jóvenes en la playa |
Somos espectadores de un mundo con grandes contrastes. No entiendo a una sociedad que, según estudios, una gran parte de ella disfruta viendo pornografia infantil. Una sociedad que ha convertido el amor en el sucedaneo del Poliamor. Que le da por comprar coches glamurosos de segunda mano y los tunee con el dinero del trabajo de sus padres para obtener la admiración de los demás y liks en las redes. Que no le importa bordarse la piel de arriba abajo con tatuajes esperpénticos, sabiendo que eso puede impedirle trabajar en una buena empresa que los prohíbe. Que los sneakers pasen su vida comprando zapatillas de marca y ropa carísima que luego tiran a los dos días. Esa obsesión del cuerpo perfecto como algo imperecedero, sin que sean capaces de mirar de frente a un anciano porque está lleno de arrugas. Que se esté olvidando tan pronto a los ancianos sentenciados a muerte por un gobierno que necesitaba reducir su Deuda Soberana y cuadrar sus balances.
Nos contempla una sociedad débil y falseada que no presenta ninguna alternativa, salvo estar atrapados en ellos mismos. Una sociedad que le da miedo sufrir "el impacto emocional de la verdad" pero que está al borde de despeñarse porque les asusta mirar el abismo a donde han tirado a nuestros ancianos.
Luisa Vicente
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