OPERACION CHEMOSCH
«Stickers» de escenas sexuales muy violentas, el «innovador» método creado por los pedófilos
Operación Chemosh, el dios de los moabitas (una región al este del mar Muerto, la Jordania actual). Así se llama la macrooperación internacional contra la pornografía infantil que durante 26 larguísimos meses ha encabezado la Policía Nacional, en colaboración con Europol e Interpol y cuerpos policiales de otros once países en tres continentes. Por el momento, se ha saldado con 42 detenidos e imputados, 26 de ellos en España. Los arrestados compartían material pedófilo en canales de mensajería instantánea junto a otros contenidos de extrema dureza.
«Chemosh (traducido, Quemos). Se nos agotan los nombres. Tenemos unas 50-60 operaciones cada año contra la pornografía infantil. Alas de Twitter les damos nombres de pájaro (tucán, jilguero...) y a las de mensajería instantánea, como WhatsApp, les ponemos nombres históricos. A nuestro jefe de grupo le chifla la historia». Es el único chascarrillo que se permite el subinspector Eduardo Casas Herrer, de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, al respecto de esta macrored de distribución y posesión de contenido pedófilo.
«Stickers» de escenas sexuales muy violentas, el «innovador» método creado por los pedófilos
Operación Chemosh, el dios de los moabitas (una región al este del mar Muerto, la Jordania actual). Así se llama la macrooperación internacional contra la pornografía infantil que durante 26 larguísimos meses ha encabezado la Policía Nacional, en colaboración con Europol e Interpol y cuerpos policiales de otros once países en tres continentes. Por el momento, se ha saldado con 42 detenidos e imputados, 26 de ellos en España. Los arrestados compartían material pedófilo en canales de mensajería instantánea junto a otros contenidos de extrema dureza.
«Chemosh (traducido, Quemos). Se nos agotan los nombres. Tenemos unas 50-60 operaciones cada año contra la pornografía infantil. Alas de Twitter les damos nombres de pájaro (tucán, jilguero...) y a las de mensajería instantánea, como WhatsApp, les ponemos nombres históricos. A nuestro jefe de grupo le chifla la historia». Es el único chascarrillo que se permite el subinspector Eduardo Casas Herrer, de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, al respecto de esta macrored de distribución y posesión de contenido pedófilo.
Abusaba de su hija
El
agente Casas no se ha sorprendido ni por las dimensiones de la operación que
aún no se da por cerrada ni por la edad de los arrestados (tienen, de media, 22 años; catorce de ellos son menores de edad y
otros siete no llegan a 25 años), sino por otros dos hechos llamativos. Tirando
del hilo, a través de los los canales utilizados (Line, Telegram y,
principalmente WhatsApp), se localizó y detuvo a una mujer en Uruguay que
abusaba de su propia hija menor de edad (del entorno de 6 a 8 años) y
distribuía esas imágenes suyas de alto voltaje sexual entre los pedófilos.
El segundo hecho «no
es inédito –matiza el subinspector–, lo hemos visto en algún otro grupo, pero
sí es innovador»: varios de los detenidos llegaban a elaborar «stickers» de
abusos a niños de muy corta edad, con una violencia extrema.
¿Qué
son estos «stickers»? Los usuarios de WhatsApp empiezan a estar
familiarizados con ellos, pero esta especie de «emojis» sofisticados y
predeterminados por el canal son como «caricaturas, dibujos». Los que creaba
este grupo no. Son capturas de fotos recortadas del archivo con formato «gif»
creado a partir de un vídeo pornográfico. Es como «una foto captada», estática
o en movimiento, del momento del abuso, en grado superlativo. Casas asegura que
las imágenes que han visto los agentes son espantosas.
La
corta edad de los detenidos también lleva a una reflexión de los agentes que
trasciende esta actuación policial: llaman a los padres a cuidar los contenidos
que visitan sus hijos online, porque están «insensibilizándose a niveles
exagerados» y, como en Chemosh, se ha demostrado que «muchos de sus
participantes habían normalizado la existencia de la pedofilia y los abusos
sexuales a otros menores». «Ya no les afecta –prosigue,
pesimista, uno de los responsables de esta operación policial–; ahora, pasan
por la calle y si ven un accidente o una escena violenta, sacan el móvil y lo
graban».
A la última
Los agentes de
Ciberdelincuencia no dejan de repetir que los pedófilos y encargados de
almacenar, consumir y distribuir siempre «están a la última» en lo que a
tecnología se refiere, lo que lleva a estos agentes a estarlo también. «Siempre
se superan», dice Casas.
Frente
a ese alto nivel de conocimiento informático, la operación partió de algo tan
llano como una denuncia ciudadana. Un usuario tuvo acceso al material a través
de su teléfono móvil y escribió un correo electrónico a la dirección denuncias.pornografia.infantil@policia.es que la
Policía Nacional brinda para denunciar este tipo de comportamientos delictivos.
En la denuncia se alertó sobre la existencia de un grupo de WhatsApp, pero
pronto se vio que algunos de los participantes de dicho grupo compartían
enlaces en otros grupos que pueden o no haber creado ellos. Haciendo clic en el
enlace, se pasa a formar parte de ese otro grupo.La Policía también
informa de que los detenidos pertenecen a estratos sociales y culturales de
todo tipo, sin adaptarse a un perfil concreto, salvo por su juventud. Todos los
detenidos son varones, salvo la madre uruguaya. Las penas que les impondrán a
cada detenido variarán notablemente: 14 son menores de edad; otros compartían
material pedófilo; mientras que otros compartieron archivos, en ocasiones de
extrema gravedad, en unión de otros contenidos(escenas que ponen a prueba la
vida humana y la llevan hasta el extremo, archivos audiovisuales que, aunque
parezca mentira, no se catalogan como contenido ilegal, sino «nocivo», aprecia
Casas y que no son aptos, menos aún para menores, por su dureza).
Las investigaciones
culminaron con detenciones en Costa Rica, Perú, Ecuador, Francia, Guatemala,
India, Uruguay, Siria, Pakistán, Reino Unido, Italia, además de España. Hay
cinco personas investigadas (o imputadas) en Madrid, además de una en Valencia,
Alicante, Guadalajara y Ciudad Real. En cuanto a los arrestos se efectuaron en
Las Palmas (cinco detenciones);otras tres en Madrid; dos en Valladolid y uno en
cada una de estas provincias: Salamanca, Cuenca, La Rioja, Palencia, Valencia,
Murcia y Santa Cruz de Tenerife.
Intercambio de «favores»
Entre los
arrestados, hay un varón de 50 años con discapacidad intelectual que
frecuentaba este tipo de chats. El caso más «peligroso» de la red es un varón
español de 29 años, que conseguía los contactos de las niñas que aparecían en
las imágenes para acosarlas y obtener material suyo. Además, prometía el
intercambio de contactos de menores por otras. Está acusado de «grooming». Fue
detenido porque contactó con un agente de la Unidad que se hizo pasar por un
interesado en el «trasvase de niñas» que se dejarían abusar sin problemas.
Costó rastrearles porque los móviles estaban a nombre de sus padres
Los terminales
registrados en algunos chats de intercambio de contenido pedófilo «estaban a
nombre de los padres» de los finalmente detenidos. Sus progenitores también
fueron, por tanto, puestos bajo la lupa policial, hasta que se descartó su
implicación. El subinspector Eduardo Casas subraya
el concienzudo trabajo de rastreo que han hecho los agentes de su unidad
durante más de dos años, puesto que «el avatar» utilizado en muchos casos no
correspondía con «el lenguaje» juvenil empleado en el servicio de mensajería,
ni con el propietario del móvil. En varios casos, y según la gravedad de los
hechos cometidos, la corta edad de los pedófilos ha provocado que no se opte
por su detención, sino por tomarles exploración como investigados, junto a sus
tutores legales.
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