Barcelona se ha convertido en un referente en
festivales de música. El último ha sido el Sonar, una macrofiesta de música
electrónica que ha durado 4 días y ha
reunido a 105.000 asistentes.
El evento discurre entre efectos
especiales, Inteligencia Artificial aplicada a la música,
lásers de colores, y altavoces con un nivel de decibelios superior a lo que sería
recomendable.
Aunque estos festivales parecen inofensivos, e incluso recomendables
por la diversión que se experimenta, el precio que se paga va mucho más allá de
lo que te cuesta la entrada, y los gastos de hotel, comida etc si vienes de
fuera.
En estas macrofiestas las bandas de carteristas organizados en grupos
hacen su agosto robando móviles, dinero y todo lo que esté a su alcance.
Otro riesgo añadido es
el consumo de sustancias. Los que quieren aguantar de un tirón los cuatro días de
juerga sin dormir, recurren al
alcohol, como mal menor, aunque lo habitual es el consumo de drogas, cannabis, MDMA ,
Éxtasis, Cocaína, Speed etc. A esto se le suma que en la mayoría de
ocasiones desconocen exactamente qué sustancias están tomando, sobre todo si
las compran a vendedores que las ofrecen en el mismo recinto. Aunque algunos se propongan no consumir, es difícil sustraerse si la mayoría de los que asisten van colocados.
El consumo de sustancias en estos
festivales es más habitual de lo que
creemos. Se estima que entre un 65 y un 85 % de los asistentes consumen estos eventos algún tipo de
sustancia.
El Sonar y otros festivales
parecidos, son lo más parecido a un cajero automático, negocios suculentos donde a la Administración catalana solo le preocupa recaudar dinero. No me parece loable que mientras el Ayuntamiento promociona estos eventos multitudinarios, se cierren
bibliotecas porque son demasiado caras.
Barcelona debería plantearse atraer y
fomentar otro tipo de turismo más sostenible y familiar que le diera a la
ciudad un sello de calidad y de seguridad, algo de lo que adolece en estos momentos a tenor de
las cifras de criminalidad que se registran, teniendo en cuenta que sólo se conocen el 20% de casos que se producen.
Habría sido
difícil imaginar, hace 10 años, que
estaríamos sumergidos en una ola de delincuencia y criminalidad con
homicidios dolosos y asesinatos en grado de tentativa, de agresiones sexuales
con penetración, de violaciones múltiples de desconocidos, de robos con fuerza en domicilios, hoteles y
establecimientos, de carteristas en sus calles, de prostitución a plena luz del día, de
narcopisos y mafias de okupas que allanan pisos con total impunidad, mientras que sus propietarios legítimos tardan entre uno a tres años en recuperar su vivienda, y . Están obligados a pagar todos los servicios de agua, luz y electricidad que consumen, si no quieren ser sancionados de forma severa por la ley.
Es hora que la Generalitat y el Ayuntamiento se planteen un cambio en el modelo turístico y establezcan un plan urgente para bajar los índices de incivismo y delincuencia que se producen. La absoluta despreocupación de la Administración por la ciudad y su único afán recaudatorio, ha hecho que la imagen de "Barcelona Design" sea más conocida ia nivel internacional por sus bandas criminales organizadas y por el fácil acceso a la droga, que por una ciudad organizada, segura y moderna.
Creo que la ciudadanía catalana debería haber exigido a sus Gestores políticos más compromiso y responsabilidad. La desidia de unos y otros ha creado una sociedad demasiado tolerante, que en nombre de la libertad se ha deshumanizado y ha eliminado uno tras otro los límites que la protegen de su autodestrucción y de su decadencia.
Luisa Vicente
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